Comentario
En los poemas homéricos, junto a los cultos y a las divinidades que remontan su tradición a época micénica, están igualmente presentes otros que responden a los cambios que han tenido lugar a lo largo de los siglos oscuros. Más que a las migraciones relacionadas con la nueva implantación doria en la península, las innovaciones resultan como consecuencia de la integración de las poblaciones consideradas prehelénicas. El culto de Apolo, procedente de Licia, que atraviesa el Egeo pasando por Delos; el culto de Afrodita, divinidad oriental que se asienta primero en Chipre, en el mundo temprano de los viajes mediterráneos, están ya presentes en los poemas, configurando lazos familiares dentro del panteón olímpico.
Apolo, con Ártemis, divinidad igualmente asiática, de profundas raíces en los pueblos que entran en contacto con los griegos en torno a Efeso, y con Leto como madre de ambos, forman una trinidad clásica de procedencia prehistórica, aunque ya en los poemas la madre haya formado una nueva pareja con Zeus. Afrodita, reina diosa de Chipre, se amolda en los poemas a un papel secundario con relación a los valores del panteón, así como con relación a los dioses directamente vinculados con funciones masculinas como Atenea, o integrados en el mundo matrimonial, como Hera. Afrodita sufre la libertad de su feminidad al aparecer en posiciones que ridiculizan su debilidad o critican su capacidad de atractivo hacia los varones.